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Chavín de Huántar (Alberto Benavides Ganoza)

Publicado: 2012-06-23

de Arbolaridad Memoria Cultura Futuro, el Sábado, 23 de junio de 2012 a la(s) 9:54 ·

CHAVÍN DE HUANTAR

Por: Alberto Benavides Ganoza

Es clara mi vocación de cronista: me gusta contar mis viajes espirituales o espaciales. Ahora regreso de Chavín, al comienzo del llamado callejón de Conchucos, que corre paralelo al callejón de Huaylas.

Cabeza clava, Chavín de Huántar

Dos cordilleras separan a Chavín del mar y otras dos corren al este y la separan de la Amazonía. La voz “Chavín” dicen que viene de chaupin, que significa centro o punto de encuentro en quechua. Lo que sí sabemos es que ahí están las ruinas del más sorprendente florecimiento de América: Chavín. Los sacerdotes, no los guerreros, generaron este extraño culto, seguramente vinculado a la huachuma y sabe dios qué otras plantas. John Rick (arqueólogo de la Universidad de Stanford, que dirige ahora las excavaciones en las ruinas de Chavín) nos hace ver que las lápidas talladas no muestran armas. El templo, dice Rick, muestra conocimiento y convencimiento. Los chavín se impusieron porque fueron ingenieros del agua. Desviaron el río Mosna para hacer el patio cuadrado. Kilómetros de galerías para aire y agua se encuentran debajo del templo y en los alrededores. El templo se acaba de construir, según data científica, el año 800 a.C.

Sabemos que Caral es más antiguo. Pero no hay rating de antigüedad. Cada sitio, cada huaca tiene lo suyo. Y el Templo de Chavín es un monumento a la creación. El arte Chavín, que alcanzó todo el Perú, que impuso el sello de un estilo, y que no lo hizo por la fuerza sino por el convencimiento. Los sacerdotes de Chavín seguramente viajaron a lugares remotos y sus artesanos enseñaron a labrar la piedra y la tierra, y sobre todo, a conducir el agua y llevarla por ductos cantando.

Nada entendemos del mundo y de la mente de los chavín, pero quizás, como dijo el poeta de las Huaringas, Dimas Arrieta, quizás podemos sentirlos, podemos exponernos a su arte magnífico, sus huancas maravillosas, la imponente arquitectura de sus templos. Quizás el Templo de Chavín en conjunto sea una gran maqueta que ilustra el manejo del agua.

No lo dicen los arqueólogos, pero creo que el dios de Chavín es el dios del agua (el Indra del hinduismo). Sus sacerdotes cono-cieron secretos en los que sustentaron su dominio espiritual sobre un vasto territorio. Es el florecer del conocimiento que levanta las voluntades para una obra colectiva.

No cabe comparar nuestra sociedad con algo tan remoto como Chavín. Pero para mí sí hay una moraleja: la cultura y la inteligencia pueden hacer más que la fuerza.

II

¿Qué más decir del dios de Chavín? Las cabezas clavas (sólo queda una en el templo), las piedras grabadas, el obelisco Tello y sobre todo el lanzón o la huanca, antropomorfizan animales, especialmente el otorongo, el águila arpía y las serpientes. Es el arte magnífico de Chavín que todos los peruanos hemos visto, por lo menos en reproducciones. El hombre se hace ahí animal y emparenta con la naturaleza. El hombre, el microcosmos, lo incluye todo y se vincula a todos los seres, seguramente en base a poderosos psicotrópicos, en particular el cactus San Pedro. La comunión del hombre con la naturaleza queda evidenciada en esta extraña escritura en piedra. Sobre su significado puede haber muchas hipótesis, pero creo que la fusión del hombre con la naturaleza es obvia ahí.

Sacerdotes de la naturaleza, los chavín, llevaron su creación, su estilo, quizás su magia, al norte y al sur del Perú. John Rick sostiene que no se puede hablar de una cerámica o una cultura propiamente Chavín  fuera de Chavín mismo…; los arqueólogos hablan de estilos “chavinoides”, por ejemplo en Ocucaje o en Paracas. Sea como fuere, el “formativo” de Chavín se extiende ampliamente y marca la creación cultural por mil años. Los incas, otro de los grandes florecimientos del Perú pre-hispánico, duran a lo más 200 años; es verdad que su vida fue interrumpida bruscamente con la llegada de los españoles y la irrupción del cristianismo. Propiamente ahí, podemos reconocer recién al Perú nuestro, este país mestizo desordenado y conflictivo.

Pero Chavín no será nunca una antigualla sino un gran florecimiento, una obra poética magnífica. Es poesía pura, aun si escapa a nuestra comprensión. Recuérdese siempre que poiesis significa hacer, obra humana, porque la naturaleza, decía Platón, es obra de arte divino. La creación humana es auténtico hacer; escuchando sin duda a la naturaleza, ella levanta las fuerzas y educa a un pueblo. Así los chavín enseñaron agricultura, cerámica, orfebrería, textilería… y nos dejaron ahí un monumento a la creación que será siempre sorprendente e inspirador en la gestación de una patria que todavía tenemos que construir.

Conviene terminar con la insistencia de Rick en que estos no fueron guerreros sino sacerdotes o quizás, más que sacerdotes fueron grandes y pacíficos creadores, es decir, poetas.

Lima, junio 2012


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